Año de edición: 2014
Sinopsis:
Febrero de 1956. El invierno está siendo terrible, el más frío en España desde hace décadas. Esto no será un obstáculo para que Ana Martí, ahora reportera de un popular semanario de sucesos, acuda a un remoto y aislado pueblecito del Maestrazgo aragonés para cubrir el caso de una niña a la que han brotado los estigmas de la Pasión. El cura y el alcalde la reciben encantados ante la idea de que su “santita” se haga famosa en todo el país. Pero ni don Julián, el escéptico cacique del pueblo, ni la mayoría de los habitantes comparten sus simpatías hacia la forastera. Solo Mauricio, un pobre chico discapacitado, la inteligente y extraña niña Eugenia y la atormentada viuda que hospeda a Ana parecen dispuestos a hablar con ella. Pronto su olfato de periodista le dice que el caso de Isabelita no es el único suceso extraño que acontece en Las Torres...
El recuerdo de una niña muerta años atrás en misteriosas circunstancias, el fanatismo religioso y el frío glacial y la nieve que amenazan con dejar al pueblo incomunicado son el telón de fondo de la intrigas de El gran frío, un impactante thriller sobre los más bajos instintos de la condición humana que es a la vez un extraordinario retrato de la cruda realidad de la España rural en los años cincuenta.
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Ana Martí, cuatro años después de que la conociéramos en "Don de lenguas", sigue trabajando como periodista, aunque bajo seudónimo, esta vez en "El Caso". Un encargo de su jefe la lleva a un pueblecito de Teruel que servirá a las autoras para mostrarnos las entrañas de la España rural profunda de los años 50. El frío y el aislamiento, no solo físico sino también diría que ideológico e incluso espiritual, se nos muestra en un ambiente cerrado y claustrofóbico donde la superstición, la incultura y el miedo nos envuelven como si estuviéramos también alojados con Ana en la fonda de ese pueblo en el que se desarrollan los acontecimientos. El pueblo es un microcosmos donde todos los defectos de un país sometido a un régimen pacato, autoritario, paternalista y, sobre todo, controlador, se ven reflejados y acrecentados en una sociedad cerrada y casi aislada del mundo exterior. Transmitir estas sensaciones en un logro de la novela.
Los compañeros de Ana en "Don de lenguas" solo aparecen fugazmente al principio de la novela; aquí será la periodista la única protagonista, alternando su punto de vista con el del joven Mauricio, el tonto del pueblo, que adivinamos desde el principio tendrá un papel fundamental en la historia. Los diferentes personajes del pueblo van desfilando ante nuestros ojos y mostrándose con personalidad y voz propia: no todos hablan y se comportan igual, cada uno es diferente y sus palabras y gestos están muy bien descritos para convencernos de eso.
Nosotros sabemos más que la periodista desde el principio, por lo que tenemos ventaja sobre ella, que cuando llega al pueblo solo espera escribir sobre una "santita" que ella supone es falsa; nosotros sabemos que algo malo ocurre en ese pueblo desde hace tiempo y que tiene relación con las niñas, así que la tensión y expectación nos acompaña a lo largo de la novela, manteniendo el interés por el qué pasará en la primera mitad, que se centra más en contarnos cómo es el pueblo y sus habitantes que en narrarnos nuevos acontecimientos. Después, ocurren más crímenes y el lector puede hacerse una idea o tener su sospechoso, pero el final nos depara alguna sorpresa y os puedo adelantar que, como en el libro anterior, no se nos ofrece un "final feliz": se resuelve el crimen, sí, y el criminal tendrá su castigo, pero no podemos decir que todo acaba bien. Es una historia realista y cruda y el bien no vence al mal tan fácilmente; Ana no podrá contar todo lo que ha descubierto, el pueblo seguirá con su superstición y su incultura durante mucho tiempo, habrá cobardes que seguirán sin atreverse a rebelarse y quien sí lo ha hecho no recibirá precisamente un premio.
Muy buena novela, no solo de crímenes y misterio, también reflejo de una realidad social no tan lejana. Os la recomiendo.
Ana Martí, cuatro años después de que la conociéramos en "Don de lenguas", sigue trabajando como periodista, aunque bajo seudónimo, esta vez en "El Caso". Un encargo de su jefe la lleva a un pueblecito de Teruel que servirá a las autoras para mostrarnos las entrañas de la España rural profunda de los años 50. El frío y el aislamiento, no solo físico sino también diría que ideológico e incluso espiritual, se nos muestra en un ambiente cerrado y claustrofóbico donde la superstición, la incultura y el miedo nos envuelven como si estuviéramos también alojados con Ana en la fonda de ese pueblo en el que se desarrollan los acontecimientos. El pueblo es un microcosmos donde todos los defectos de un país sometido a un régimen pacato, autoritario, paternalista y, sobre todo, controlador, se ven reflejados y acrecentados en una sociedad cerrada y casi aislada del mundo exterior. Transmitir estas sensaciones en un logro de la novela.
Los compañeros de Ana en "Don de lenguas" solo aparecen fugazmente al principio de la novela; aquí será la periodista la única protagonista, alternando su punto de vista con el del joven Mauricio, el tonto del pueblo, que adivinamos desde el principio tendrá un papel fundamental en la historia. Los diferentes personajes del pueblo van desfilando ante nuestros ojos y mostrándose con personalidad y voz propia: no todos hablan y se comportan igual, cada uno es diferente y sus palabras y gestos están muy bien descritos para convencernos de eso.
Nosotros sabemos más que la periodista desde el principio, por lo que tenemos ventaja sobre ella, que cuando llega al pueblo solo espera escribir sobre una "santita" que ella supone es falsa; nosotros sabemos que algo malo ocurre en ese pueblo desde hace tiempo y que tiene relación con las niñas, así que la tensión y expectación nos acompaña a lo largo de la novela, manteniendo el interés por el qué pasará en la primera mitad, que se centra más en contarnos cómo es el pueblo y sus habitantes que en narrarnos nuevos acontecimientos. Después, ocurren más crímenes y el lector puede hacerse una idea o tener su sospechoso, pero el final nos depara alguna sorpresa y os puedo adelantar que, como en el libro anterior, no se nos ofrece un "final feliz": se resuelve el crimen, sí, y el criminal tendrá su castigo, pero no podemos decir que todo acaba bien. Es una historia realista y cruda y el bien no vence al mal tan fácilmente; Ana no podrá contar todo lo que ha descubierto, el pueblo seguirá con su superstición y su incultura durante mucho tiempo, habrá cobardes que seguirán sin atreverse a rebelarse y quien sí lo ha hecho no recibirá precisamente un premio.
Muy buena novela, no solo de crímenes y misterio, también reflejo de una realidad social no tan lejana. Os la recomiendo.
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